El sentido común indica que si se consultara a los docentes y directores de colegios si estimulan entre los estudiantes el uso del término "Ch°ch°", muy probablemente indicarían que no lo hacen.
Ocurre que tal término "Ch°ch°" forma parte del título de un producto cultural audiovisual premiado por una institución estatal y al cual se le han concedido estímulos económicos para realización y su difusión.
¿Por qué destruir con una mano lo que se construye con la otra?
¿Quién se beneficia a largo plazo?
¿Es únicamente una lucha interna entre productores en el campo cultural? (¿O es una lucha que es propiedad de todos los campos [en el sentido sociológico de Pierre Bourdieu]?.
Anteriormente, cuando no se había iniciado un programa de difusión más amplio, escribí respecto del producto audiovisual desde una perspectiva formalista mayormente:
http://perucine.blogspot.com/2018/12/la-chucha-perdida-de-los-incas-2018.html
Luego de examinar más cercanamente el fenómeno y observar sus relaciones y su recorrido social, reconozco que una difusión de mayor amplitud exige una toma de posición distinta desde la posición social que ocupo.
Esperemos y observemos las manifestaciones de los agentes sociales ante una obra que, por medio de su título, devalúa el lenguaje formal mediante una acción demagógica que "recupera" un término inapropiado sin crear las condiciones sociales para que se extinga el uso de tal término. Se toma una característica verbal de un sector sin acceso cultural para promocionarla como audacia intelectual sin aumentar en lo más mínimo la formación cultural de sus usuarios. ¿Oportunismo? ¿Estrategia de subversión cultural? ¿Recurso fácil para mostrar una "rebeldía" inexistente? ¿Devaluación general del nivel cultural de los productores del campo cultural?
Veremos.
Jorge Luis Villacorta Santamato
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